Las chanclas de los niños, a la basura.  Los folletos, un bañador viejo y el bote de champú, también van fuera. La bolsa de la ropa sucia la llevará el niño. La cola para facturar las maletas en el aeropuerto de Reus parece ahora un mercadillo. Ryanair cotiza a 15 euros cada kilo de más de equipaje. Las familias abren los bultos y seleccionan. No están dispuestas a pagar más por la maleta que por el billete. Hay unos que sacrifican un juego de sábanas, otros regalan una botella de litro de aceite DO Siurana que han comprado durante sus vacaciones en la Costa Daurada. Un kilo menos, quince euros más.

Suma y sigue. Las restricciones que impone la compañía de vuelos baratos – que no de maletas baratas-cogen por sorpresa a numerosos pasajeros. Aunque Ryanair alerta con carteles y durante el proceso de compra de los billetes de sus condiciones, durante las vacaciones el equipaje suele crecer. La maleta pesa más de vuelta que de ida. Que si un libro, una camiseta nueva, una botella de vino… Y las compras cotizan de nuevo en el aeropuerto.